«Si no estás de acuerdo, recurre que, si la tienes, te darán la razón» —dice el Inspector de Hacienda.
Hace unos días los medios de comunicación anunciaban a bombo y platillo algo realmente insólito: Hacienda, la Agencia Tributaria, iba a empezar a preocuparse por nuestros sentimientos.
Sí, sí, suena raro, pero en palabras del director general de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón, el organismo, a día de hoy está revisando su relación con el contribuyente para resolver sus «problemas de claridad y empatía».
Para lograrlo están trabajando en el uso de un lenguaje «más claro» en las notificaciones, eso sí, sin dejar de lado el lenguaje jurídico y administrativo, así como en establecer una relación «empática» con un trato «diferente» en función del comportamiento del ciudadano.
La intención, en sus propias palabras, evitar causar estrés de manera innecesaria.
Traduciendo: Hacienda será más amable y en la medida de lo posible más clara, siempre y cuando tú seas un buen contribuyente.
El tema de la empatía de la administración con el administrado es uno que viene dando guerra desde hace muchos años y especialmente cuando la administración de la que hablamos es la encargada de cobrarte los Impuestos.
Parece que a esa macro organización encargada entre otras cosas de velar por que cada uno pague lo que debe se le pasa muchas veces por alto que se relacionan con personas y no solo con el dinero de esas personas y que lógicamente esas personas tienen sentimientos.
Sin ir más lejos y hablando de falta de empatía me pongo a pensar en todo el asunto del teletrabajo. Un teletrabajo imprescindible a día de hoy en plena crisis del Coronavirus.
¿Qué vas a encontrar en este post?
💻 La fiscalidad del teletrabajo no está clara.
No hay nada más que ver como durante el año 2020 varias empresas han recibido requerimientos por parte de la AEAT en los que se les solicita información con relación a las entregas de portátiles, móviles, tabletas, etc., pues la cesión de estos dispositivos para teletrabajar podría ser retribución en especie para el trabajador, tributable en IRPF.
¿Es eso facilitar las cosas?
En una situación sumamente traumática y compleja para muchos —de la que no se libran las empresas— la administración en lugar de facilitar, pone trabas y mil impedimentos que hacen que la promoción del teletrabajo sea algo riesgoso y en conclusión poco rentable para ambas partes.
¿Dónde queda el cambio de postura previsto, el entendimiento y sobre todo la empatía?
🖥️ La administración electrónica
Otro de los pilares en el que los sentimientos brillan por su ausencia es el de la administración electrónica.
Parece necesario que en pleno S.XXI y con el COVID por el medio, la administración y su relación con los ciudadanos deba ser en su mayor parte digital.
Hasta aquí todo correcto.
¿Pero qué pasa con el que no puede o no sabe?
Esto de la administración digital me recuerda mucho a todo el dispositivo que se puso en funcionamiento a nivel escolar al inicio de la pandemia y a como este fracasó estrepitosamente, dejando a muchos alumnos, sin clases, sin deberes y sin exámenes.
Está clara la necesidad, pero esa necesidad no puede ser imperativa y mucho menos absoluta, porque ha quedado claro y patente que la sociedad, al menos la española, todavía no está todo lo equipada y formada que debería para poder estar a la altura.
Si un administrado no sabe o no puede, tiene que tener el derecho de poder acudir a una oficina y que allí amablemente un funcionario le ayude y le permita hacer la gestión, sea un impuesto o cualquier otro trámite, en persona si hay una justificación para ello.
Según la última memoria presentada por Consejo para la Defensa del Contribuyente, perteneciente a la Secretaría de Estado de Hacienda, constan en ella un total de 7.700 quejas y sugerencia relativas a actuaciones de la Agencia Tributaria, un 5,77 % más que en la memoria anterior.
Repito ¿Dónde está la empatía?
🎟️ La cita previa
Quejarse de la cita previa de Hacienda sabiendo cómo están funcionando servicios como el del SEPE —Servicio Público de Empleo Estatal— parece un poco quejarse de vicio.
La situación en el sistema de citas previas se ha vuelto entre ridícula e imposible en estos últimos meses de crisis COVID.
El confinamiento provocó que la demora se hiciera ley y actualmente pese a la relativa «nueva normalidad» acudir a una oficina tributaria y que te atiendan es una pérdida de tiempo.
El «Vuelva usted mañana y vuelva con cita» está a la orden del día.
💬 Lenguaje claro
Es curioso que exista una expresión como la de «hablando en plata» en la que parece que hablar de plata es sinónimo de hablar claro.
Nada más lejos de la realidad y mucho menos cuando hablamos de la Agencia Tributaria.
Que una carta negra de Hacienda que llega para complicarte la vida y en la que normalmente te exigen el pago de un dinero que debes no la entienda el común de los mortales no tiene excusa.
Como abogado experto en recursos contra Hacienda estoy más que acostumbrado al lenguaje que se utiliza en estas misivas y también estoy acostumbrado a que muchos de mis clientes vengan preguntándome en primer lugar que qué pone en ellas:
– ¡Álvaro me ha llegado una carta de Hacienda y no entiendo nada!
– Creo que la notificación de la Agencia Tributaria dice que tengo que pagar una sanción…
– ¿Dicen que he engañado, de verdad es eso lo que quieren decir?
Creo que es absolutamente poco empático producir esa desazón en el contribuyente que solo con ver que el cartero viene de parte de Hacienda hace que le tiemblen las piernas y le entren sudores fríos.
A toda esta lista de despropósitos en los que de ninguna manera la administración se pone en el lugar del ciudadano podríamos sumarle esas notificaciones en el buzón electrónico a altas horas de la madrugada, el «falta una fotocopia y yo no estoy dispuesto a hacérsela» o el «recurra después que seguro que gana».
Confío en que todo esto cambie y las palabras del señor Gascón en nombre de la Agencia Tributaria no se las lleve el viento y a partir de ahora en Hacienda tengan más en cuenta nuestros sentimientos y sencillamente pasen a tratarnos mejor.
✅Ahora, un caso real de estos días
La Inspección de Hacienda dictó una primera Liquidación que mi cliente pagó en parte, hasta donde pudo.
El Tribunal Económico-Administrativo Regional de Galicia estimó parcialmente la reclamación de mi cliente contra la primera Liquidación y, como es habitual, dictó una segunda Liquidación que mi cliente ya no pudo pagar.
El TSJ de Galicia estimó el recurso contencioso-administrativo de mi cliente y la Liquidación y Sanción fueron anuladas completamente, tanto la primera como, lógicamente, la segunda.
Entonces, Hacienda decidió devolver el dinero de la primera Liquidación, pero no anuló la deuda de la segunda Liquidación, por lo que la AEAT compensa la devolución a mi cliente con una deuda que ya no existe, y no devuelve nada a mi cliente, manteniéndose el embargo de cuentas bancarias.
Es necesario explicar que la anulación total por el TSJ anula ambas deudas, la de la primera liquidación y la de la segunda.
Entonces, mi cliente, por sí mismo, pues no puede ya pagar mis servicios y no quiso molestarme, presentó una queja de este tenor:
«El embargo de mi pensión me está arruinando; no pudiendo pagar gas, electricidad… Me han de devolver lo cobrado indebidamente. Me he puesto en contacto con el TEAR y me comunican que ellos hicieron su trabajo y pasaron la documentación en abril. Si va tan lento el proceso, suspendan el embargo mientras no resuelvan la devolución correspondiente según sentencia. Acompaño copia de la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia».
Además, de forma oral mi cliente manifestó a la Agencia Tributaria su desesperación, su profunda depresión y que a veces piensa que la vida así no merece la pena.
La Agencia Tributaria lleva un lustro acosando y amargando injustamente la vida a mi cliente.
Mi cliente recurrió, pagó honorarios de abogado que nadie le compensa, y los Tribunales le dieron a mi cliente la razón.
El TSJ de Galicia ha determinado que mi cliente no debe pagar impuestos, Hacienda debe devolver el dinero y mi cliente ahora necesita desesperadamente ese dinero.
Pues bien, esta ha sido la respuesta «empática» que ha recibido a su queja:
«Tanto en el acuerdo de ejecución de la Dependencia de Inspección como en la resolución del recurso contra la diligencia de embargo se le indica la posibilidad de mostrar su disconformidad ante el órgano juzgador o recurrir ante el Tear si no está de acuerdo con el contenido de los actos administrativos dictados.
Lamento los inconvenientes que se le han ocasionado y le agradezco la presentación de su queja, que nos permite adoptar medidas de mejora en la prestación del servicio al contribuyente».
Lamentar no es lo que procede, sino devolver el dinero.
Es decir, que una vez más la AEAT le dice a mí cliente y ya por enésima vez:
«Si no estás de acuerdo, recurre que, si la tienes, te darán la razón».
¿Cuántas veces tiene que presentar recurso un buen contribuyente para que le devuelvan el dinero que no tenía que pagar?
¡Hacienda y la empatía!
Con los buenos contribuyentes que cumplen las normas —ironía—, a pesar de que la Agencia Tributaria no lo hace a juicio de los Tribunales.
El primer paso que debe adoptar la Agencia Tributaria para ser más empática es no dictar liquidaciones ilegales a sabiendas de que lo son —aunque esta intencionalidad pertenece a la esfera interna del inspector y es difícil de probar, siendo a veces evidente para el buen contribuyente en su opinión—.
Y, es especialmente importante que, cuando los Tribunales anulan las liquidaciones, la Agencia Tributaria acate las sentencias sin tener que presentar veinte escritos y recursos en un proceso que parece no tener fin.
Álvaro Sáez
Abogado Fiscalista