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«Un hombre un voto y un impuesto»: 1+1+1

«Un hombre un voto y un impuesto» ha sido un conocido lema democrático desde que el mundo es mundo. Pero en la práctica y aún con la resaca de las elecciones generales recientes en mente parece ser que eso de que cada hombre tiene el valor de un voto no es precisamente así.

La consecuencia es que unos electores pagan más impuestos que otros.

Soy Álvaro Sáez, abogado para recurso contra Hacienda, y te defiendo de la inspección y te enseño ahorrarte impuestos.

¿Y por qué me meto en estos jardines? Si me dedico a ahorrarte impuestos y defenderte de la inspección de hacienda.

Quiero ayudar a los demás y encontrar la manera de hacer que nuestro sistema fiscal funcione mejor. Y las elecciones se ganan teniendo en cuenta la lógica del sistema electoral y los políticos son quienes deciden qué leyes y sistema fiscal tenemos.

Según dicen, nuestro sistema electoral con su sistema D’Hont está pensado para facilitar el gobierno. Para que puedan existir mayorías. Para evitar muchas e incómodas minorías que deban llegar a múltiples acuerdos.

La realidad ahora nos dice lo contrario.

¿Qué vas a encontrar en este post?

  • El sistema D’Hont y «Un hombre un voto y un impuesto»
  • ✅Entonces ¿Cómo se explica lo sucedido el 10 de noviembre del 2019? ¿Por qué no ganó uno de los dos partidos mayoritarios de siempre?
  • 💬Existen muchas tertulias en las que se dice que todo se debe a que los ciudadanos hemos votado mal ¿«Un hombre un voto y un impuesto» es una realidad o una utopía?
    • 🇯🇵 No solo ocurre en España. Sin ir «más lejos» en el lejano oriente, en Japón, actualmente «Un hombre, un voto» se ha convertido en «Un hombre, medio voto» en muchas zonas.
    • ✅Un claro reflejo de este sesgo como en nuestra comparación anterior entre Madrid y Palencia.
    • ✅En SAEZ.LAW nos dedicamos a la abogacía, soy Álvaro Sáez, abogado para recurso contra Hacienda y me gusta generar valor y ayudar a los demás.

El sistema D’Hont y «Un hombre un voto y un impuesto»

La fórmula del sistema D’Hont consiste en dividir el número de votos que ha recibido cada partido en cada provincia por 1, 2, … hasta el número total de escaños. Cada división de los votos da como resultado un número, se ordenan de mayor a mayor los números de todos los partidos y los números más altos otorgan los escaños a los partidos correspondientes.

Aquí puedes ver un ejemplo.

Cuantos más escaños hay en juego en una provincia más se beneficia al partido más votado.

Es una fórmula que garantiza mayorías en el Congreso de los diputados si la circunscripciones tienen 10 o más escaños.

Otro tema es el valor que tiene cada voto. Con el sistema D’Hont los votos de quienes han votado al partido mayoritario valen más que los votos de los demás.

Y por otro lado, si repartimos los escaños entre las provincias sin tener en cuenta la población de cada provincia, habrá escaños que cuesten menos votos, con o sin sistema D’Hont.

El sistema electoral español ya no es proporcional a la población de cada provincia.

En los años 70 y 80 la Ley Electoral asignó a cada provincia un mínimo de 2 diputados y 1 a Ceuta y Melilla. Los 248 diputados restantes se distribuyeron entre las provincias en proporción a la población.

Sin embargo, en 40 años no todas las provincias han evolucionado de la misma manera. Y el resultado es que en 2021 34.000 turolenses eligen 1 escaño, mientras que hacen falta 128.915 electores madrileños para cubrir un sillón de diputado. Ya no podemos decir que nos acercamos a aquello de «Un hombre un voto y un impuesto».

Es decir, aquellos ciudadanos que viven en provincias más capitalistas, más modernas, más avanzadas, más industrializadas, más digitalizadas y que más han prosperado y más población han atraído, se encuentran con que su voto vale menos.

Mientras que aquellas provincias en las que la despoblación ha hecho mella, con sociedades rurales y con un mayor peso del sector agropecuario, y una población envejecida y dependiente de las pensiones y subsidios públicos se encuentran con ciudadanos empoderados cuyo voto vale 4 veces más que el de sus compatriotas.

Es decir, los votos de los españoles que viven en provincias que pagan impuestos valen solo la cuarta parte de los votos de los que habitan circunscripciones que reciben, a través de pensiones y subsidios agrarios, el dinero recaudado con los impuestos de los trabajadores industriales y del sector servicios.

 

✅Entonces ¿Cómo se explica lo sucedido el 10 de noviembre del 2019? ¿Por qué no ganó uno de los dos partidos mayoritarios de siempre?

Y, sobre todo, ¿Qué tiene esto que ver con los impuestos y con lo de «Un hombre un voto y un impuesto»?

En la mayor parte del territorio en el pasado se tendía a beneficiar a los dos partidos mayoritarios que había, PP y PSOE. Mientras que todavía hoy muchos votos al resto de partidos, por ejemplo a Ciudadanos, se pierden.

Aunque siempre beneficia a los partidos mayoritarios, conviene distinguir entre provincias con más de 10 escaños y con menos. Las demarcaciones en España de más de 10 escaños son un total de 7 de 52.

Cuando en la provincia se distribuyen menos de 10 escaños, el sistema tiene claros sesgos que tienden a que solo obtengan escaño los partidos que obtienen mayorías.

Si se reparten más de 10 actas o escaños por demarcación los partidos menos votados consiguen representación, aunque en menor proporción a los votos obtenidos. En las 7 demarcaciones de más de 10 escaños los partidos más votados se llevan más escaños que los que les corresponderían por el porcentaje de voto. Otra vez PP y PSOE eran los grandes beneficiados en el pasado.

«Un hombre un voto y un impuesto» no es, pero tampoco era una realidad.

Había un cierto equilibrio entre PP y PSOE, el PP ganaba el voto en las provincias más rurales y conservadoras, y el PSOE en las más urbanas e industriales. Pero no todos los votos valían lo mismo y algunos votos valían muy poco.

Pero ahora las cosas han cambiado, ya que existen en España 5 partidos mayoritarios (PSOE, PP, UNIDAS PODEMOS, VOX y CIUDADANOS), además de las mayorías de partidos nacionalistas en determinadas provincias.

Así las cosas el sistema D’Hont no funciona, y los nuevos problemas se unen a los que ya arrastrábamos.

¿Qué fue antes el huevo o la gallina? ¿El sistema electoral o el sistema fiscal?

¿Por qué no se hace realidad el lema «Un hombre un voto y un impuesto»?

Pues fue la gallina, los impuestos que tenemos son el resultado de decisiones políticas que vienen motivadas de la necesidad de ganar las elecciones.

Nuestro sistema fiscal venía con desequilibrios debido a que los votos que más valían eran los de los jubilados, agricultores y ganaderos del rural —que reciben pensiones y subsidios agrícolas— debido a la falta de proporción entre escaños y población de las provincias, y también valían más los votos de los trabajadores de las zonas urbanas e industriales —que son quienes reciben el subsidio de desempleo y se benefician de los servicios públicos— debido al sistema D’Hont.

Está claro que lo de «Un hombre un voto y un impuesto» está todavía lejos.

Quedaba siempre desvalorizado el voto de los profesionales liberales, comerciantes, hosteleros, restauradores, autónomos, y empresarios de la ciudades. Que son realmente quienes generan recaudación de impuestos, y sostienen las pensiones y el Estado de Bienestar.

Ahora, al desparecer el bipartidismo, el voto de quienes generan recaudación de impuestos todavía vale menos. Y España está entrando en una espiral de deuda y subidas de impuestos —a esa clase media de profesionales, autónomos y empresarios— que acabará por llevarnos a la quiebra.

Tenemos un sistema electoral en el que el voto de los que generan recaudación de impuestos vale mucho menos que el de los que reciben el dinero recaudado.

Y viéndolo con calculadora en mano realmente es evidente que el voto de alguien de Palencia vale bastante más que el de uno de Madrid. Pero también es evidente que el voto de un agricultor que recibe ayudas europeas vale mucho más que el de un médico de una ciudad que paga el 50% en su IRPF.

Así que no es extrañar que aquello de «un hombre un voto y un impuesto» sea todavía una meta difícil de alcanzar.

El problema aquí es: cómo en su día se hizo el diseño del tamaño de las demarcaciones. Nuestro sistema electoral no prevé una forma automática de ajustar el número de escaños al disminuir o aumentar la población de la provincia.

La ingeniería electoral del sistema D’Hont que se elaboró para marcar las mayorías, ya no funciona. Los estudios electorales que acomodaban los programas a los grupos sociales en los años 80, ya no sirven. Y aquellas demarcaciones que tendían a favorecer a los grandes partidos han quedado fuera de juego.

Hasta ahora esa ingeniería trabajó a favor de los grandes. Pero en pleno S.XXI y en plena disrupción tecnológica hay que buscar otra forma de hacerlo. El sistema D’Hont hace aguas, el reparto de escaños entre provincias también.

Jamás en la historia reciente de España cinco partidos de escala nacional habían competido por encima del 10% de los votos. Estamos ante un escenario sin precedentes.

«Un hombre un voto y un impuesto»

«Un hombre un voto y un impuesto»

💬Existen muchas tertulias en las que se dice que todo se debe a que los ciudadanos hemos votado mal ¿«Un hombre un voto y un impuesto» es una realidad o una utopía?

Lo que habría que saber en este caso es qué es para ellos votar bien. En términos generales parece que votar bien es votar o a PP o a PSOE, sobre todo para no dispersar el voto de derechas y de izquierdas.

Es aquello que se cansaron de mencionar en la anterior convocatoria electoral como voto útil. Como si existiera algún tipo de voto inútil.

El caso es que el centro de la polémica está mal enfocado. El problema no es la existencia de unos votos mejores que otros. Si no de un sistema electoral y fiscal que ya ha caducado, y que no se ajusta a las actuales necesidades democráticas y económicas de España.

Los cambios sociales, económicos y demográficos afectan cada vez más a todas las parcelas de nuestras vidas incluida la política y es algo que está sucediendo a escala internacional, por lo que no podemos pretender seguir operando con un sistema electoral y fiscal implementado en la segunda mitad del S.XX.

🇯🇵 No solo ocurre en España. Sin ir «más lejos» en el lejano oriente, en Japón, actualmente «Un hombre, un voto» se ha convertido en «Un hombre, medio voto» en muchas zonas.

El cambio demográfico en la población rural japonesa supone a su vez un cambio en el panorama electoral. Así, algunos distritos electorales de Japón cada vez tienen más peso en la medida que su población rural se reduce. El nuevo mapa electoral se sesga.

Esto significa que los votos de las personas que viven en distritos conservadores —normalmente ancianos— en el campo cuentan más que los de los votantes de las grandes ciudades.

Por ejemplo, en Miyagi hay casi 976.000 votantes registrados por cada miembro que se envía al parlamento. En la prefectura de Fukui, la cifra equivalente está por debajo de 326.000. Eso significa, que los votantes en Fukui obtienen tres veces más representación en la cámara alta que sus homólogos en Miyagi.

✅Un claro reflejo de este sesgo como en nuestra comparación anterior entre Madrid y Palencia.

Si hablamos de la cámara baja, el distrito más poblado, en Tokio, tiene «solo» el doble de votantes que otro menos poblado como el de Tottori, prefectura rural de la costa oeste.

 

Las soluciones en momentos como este, justo después de unas elecciones generales con muchas minorías en la palestra, parecen salir por todas partes:

-Volver a diseñar las demarcaciones para facilitar mayorías.

-Cambiar a un sistema de doble vuelta en el que se vayan descartando candidatos a medida que unos ganen y otros pierdan —caso de Francia—.

-Exigir la presentación de candidaturas en un número mínimo de circunscripciones electorales para evitar nacionalismos.

-La Comunidad Autónoma como circunscripción.

-Establecer un sistema proporcional puro que realmente respete el lema «Un hombre, un voto». Con un sistema proporcional puro que asigne a los partidos el mismo tanto por ciento de diputados que de votos logrados sin ninguna corrección matemática.

Y también existe la posibilidad que parece hoy por hoy una solución imposible: Llegar a acuerdos y pactos. Sentarse y dialogar para lograr objetivos comunes y que el país arranque con el consenso de todos.

La situación óptima es que todos paguemos un IRPF igual y todos recibamos ayuda en forma de bienes y servicios cuando lo necesitemos. Esto es hacer realidad el lema «Un hombre un voto y un impuesto». El problema es cómo llegar a esa situación.

Con un sistema electoral en el que el voto de quienes pagan impuestos vale mucho menos que el de quienes los reciben. Aquello de «de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades» se ve lejos.

Necesitamos un gobierno, pero también necesitamos que el voto de profesionales liberales, autónomos y empresarios valga lo mismo que el de los agricultores y los trabajadores industriales.

La solución es la circunscripción única sin sistema D’Hont. En concreto, exigir a los partidos políticos un 6% de votos para entrar en el Congreso y que cada partido reciba un escaño por cada 1% de votos que obtengan. Es decir, 100 diputados, nos sobran 250, ahí también ahorramos impuestos.

Si un partido tiene el 7,6% de todos los votos (de los partidos que tienen más del 6%), tiene 8 escaños. Si otro partido tiene el 22,2%, 22 escaños. Y todos votaremos en la misma circunscripción electoral: España.

Si simulamos el resultado de las elecciones generales de noviembre de 2019, este sería el resultado.

Solo los cinco partidos nacionales obtendrían representación en el Congreso de los Diputados.

Además, ni la coalición PP-VOX, ni PSOE-PODEMOS-IU, alcanzaría la mayoría absoluta de 51 diputados. Ciudadanos, un partido moderado y de centro, sería la bisagra necesaria para formar gobierno.

Este sistema electoral modificaría las dinámicas de voto, las campañas y los partidos, por lo que un resultado exactamente como el de arriba es improbable.

Por ejemplo, para entrar en el Congreso los nacionalistas necesitarían concurrir con un único partido.

Sin embargo, creo que el gran beneficiado serán los partidos moderados y nacionales, como Ciudadanos, y que el PSOE y el PP volverán a ser más moderados.

La razón es que ni la derecha sacará tanto rendimiento de seducir al campo con subvenciones, pensiones y fantasías de tiempos pasados, ni para la izquierda será tan rentable posicionarse en contra de las empresas y los propietarios de viviendas en alquiler.

Recuerda que el aumento de los votos en los extremos es consecuencia del actual sistema electoral que premia el voto rural y el del proletariado urbano. «Un hombre un voto y un impuesto» es parte de la solución.

VOX y PODEMOS se han hecho un hueco a base de explotar las deficiencias de nuestros sistema electoral.

Será el fin de los gobiernos con mayoría absoluta en el Congreso y tendremos un gobierno posiblemente sin color político, moderado y profesionalizado que nos representará a todos, nos ayudará a todos y solucionará los problemas de todos. Recaudaremos más impuestos, ganaremos más dinero y habrá más empleo.

O dicho de otra manera el voto de quienes pagan impuestos valdrá tanto como el de los que los cobran.

Los impuestos a inversores, empresarios y autónomos bajarán, se crearán más puestos de trabajo, subirán los salarios y se recaudarán más impuestos.

Así lograremos «Un hombre un voto y un impuesto». Sin embargo, como este es un problema que los políticos conocen perfectamente y no parecen tener interés en solucionar, mientras esto no ocurre para encontrar soluciones para ti puedes leer mi libro «No pagar impuestos para ayudar a los demás».

Y si lo que quieres es encontrar soluciones colectivas, revienta el sistema D’Hont presentándote con tu partido a presidente como te explicaba en mi post del mes pasado.

Si conseguimos que el voto se reparta igualitariamente en cada circunscripción entre un número de partidos igual al número de escaños, el sistema sistema D’Hont no funciona.

Es lo que ocurrió en Teruel en noviembre de 2019: 1 ¡Teruel Existe!, 1 PSOE, 1 PP. Esta es otra forma de acercarnos al «Un hombre un voto y un impuesto».

 

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Si no crees en la circunscripción única, tengo otra opción para ti.

Puedes no creer en la circunscripción única, por ejemplo, porque consideras que los políticos es mejor que sean cercanos a sus votantes y los conozcan — te recuerdo que Luis Bárcenas fue senador por Cantabria y nunca ha vivido allí—, pero quiero darte una alternativa.

La solución para conservar el actual sistema de circunscripciones provinciales y hacer realidad el «Un hombre un voto y un impuesto» es ajustar los escaños a la población de las provincias o, mejor, al revés las provincias a la población.

Tenemos 34.828.870 electores para 350 diputados. Es decir, 99.511 electores por diputado, casi 100.000.

El primer paso es convertir en ciudades autónomas, como Ceuta y Melilla, las 50 ciudades de más de 100.000 electores estimados* de España y asignarles 1 diputado por cada 100.000 electores:

 

 

*Para estimar los electores hemos calculado el ratio entre población y número de electores en España: 0,7419=46.940.000/34.828.870.

109 escaños se repartirían entre las circunscripciones que sean ciudades autónomas.

El siguiente paso es calcular los electores por cada provincia una vez restados los aproximados 13 millones de electores de las ciudades autónomas y recalcular el número de escaños para cada provincia, 1 escaño por cada 100.000 electores, aproximadamente, hasta cubrir los 241 escaños restantes.

Cada 4 años habría que rehacer estos cálculos.

Como ves, la circunscripción única simplifica bastante todo, pero puede ser que tú prefieras conservar el sistema de circunscripciones. Por este motivo, te he dejado aquí arriba una alternativa.

✅En SAEZ.LAW nos dedicamos a la abogacía, soy Álvaro Sáez, abogado para recurso contra Hacienda y me gusta generar valor y ayudar a los demás.

Como buen abogado para fiscal, sé que hay momentos en los que hay que llegar a un entendimiento por el bien común. Para hacer realidad el «un hombre un voto y un impuesto» tenemos que confiar los unos en los otros.

A mí, como abogado fiscalista, me encanta ganarle a la Inspección de Hacienda y hago todo lo posible para hacerlo. Defenderte a ti es mi principal objetivo siempre. Y me gusta que mi fin y el del que busca mi ayuda sea la victoria.

Si para ganar hay que sentarse a hablar. Se hace.

Si para ganar hay que cambiar la forma de hacer las cosas. También se hace.

Es cuestión de decidirse y empezar a andar el camino.

Álvaro Sáez.

Abogado fiscalista.

Coautora Dina Oltra de Santiago.


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