La desaceleración es un término frecuentemente empleado en el ámbito de la Economía y más concretamente en el de la Macroeconomía.
Se trata de un periodo en el que se produce una ralentización en el crecimiento económico teniendo en cuenta la anterior medición en un lugar determinado.
La desaceleración sincronizada ya es otra cosa.
Si pensamos en algo sincronizado, sin duda, lo primero que nos viene a la imaginación es la silueta de esas nadadoras que parecen bailar en el agua. Su precisión de movimientos suele dejar al público sin respiración.
Pues en economía viene a ser algo parecido. Muchos países —y todos a una— ven como su economía y sus mercados se «ponen de acuerdo» para dejar de crecer.
El 2019 ha estado marcado por un sin fin de acontecimientos políticos y sociales, todos ellos bastante conflictivos y ruidosos que de alguna forma han dado lugar al nacimiento de esta «desaceleración sincronizada».
El término, utilizado y puesto en primera fila por la nueva directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, resume de forma contundente el frenazo registrado por la economía mundial este último año.
«El crecimiento del comercio mundial prácticamente se ha paralizado como consecuencia de las tensiones comerciales, lo que ha provocado el deterioro sustancial de las manufacturas y la inversión».
De hecho, la directora del FMI considera que, aun cuando el crecimiento repunte en 2020, el golpe ha sido tan grande que las grietas actuales podrían provocar cambios que afecten y duren toda una generación.

📈 El caso es que lo llamemos desaceleración sincroniza, grieta económica o lo que sea, la crisis otra vez está en el punto de mira.
Desde luego en esta ocasión no será una cuestión de falta de advertencias al respecto. Estamos más que avisados.
Muchos, sobre todo periodistas en prensa y televisión, insisten, cuando hablan de esa crisis que se avecina, en hablar de barreras económicas, de Trump o de los chinos, pero casi sin darse cuenta parece que dejan de lado el tema de las inversiones.
Esas inversiones que crean negocio, las inversiones que hacen que un país sea próspero y genere empleo. Las inversiones que todos ansían tener, pero de las que pocos hablan.
En SAEZ.LAW somos firmes defensores de las inversiones como eje y motor principal de las economías más exitosas. De ahí que siempre estemos hablando de como deben ser defendidas comenzando por las políticas fiscales.
Las políticas fiscales deberán desempeñar un papel central y diferenciador si queremos evitar la crisis o por lo menos paliarla. Estas políticas deben ser las encargadas de proporcionar un estímulo eficaz para que la economía vuelva a ponerse en marcha.
La política monetaria convencional sigue siendo limitada en muchas economías avanzadas. No es lógico que en pleno S.XXI sigan aplicándose políticas exactamente iguales que las de hace casi un siglo.
Ser innovador es una característica fundamental de esas que suelen estar detrás de las grandes empresas y los negocios de éxito.
Ser innovador en política también es importante, aunque cueste alguna que otra crítica.
Parece que hoy en día es difícil eso de estar en política y no ser políticamente correcto de ahí que choque tanto mi mensaje «que los ricos no paguen Impuestos» o por lo menos que paguen pocos Impuestos.
Es un mensaje innovador, es un mensaje del siglo XXI y es exactamente el tipo de mensaje que en política fiscal marcará la diferencia.

🙅♂️Es políticamente incorrecto, no lo niego, pero eso no hace que sea menos cierto.
La creación de empresas descendió solo el año pasado un 1,2% —según las estadísticas mercantiles del Colegio de Registradores— y esa parece ser la tendencia que vamos a seguir este 2020. ¿Por qué no romper esa tendencia?
Si conseguimos aplicar ideas como la de que los ricos no paguen Impuestos conseguiremos que el capital, el dinero, aquello que genera prosperidad se quede en nuestro país.
Ese dinero no solo permanecerá dentro de nuestras fronteras y nuestros mercados, sino que también será invertido. La gente que más tiene no suele dejar que su dinero y sus posibles se pudran en el banco, lo mueven y generan negocio y abundancia con él. Una abundancia de la que nos beneficiaremos el resto.
La corrección política es necesaria, pero pensar contra la corriente para encontrar soluciones también es necesario.
Linchar una idea por ser diferente o contraria a lo establecido no tiene por qué ser lo más indicado en situaciones en las que una crisis está a la vuelta de la esquina y parece que a nadie se le ocurre que podemos hacer para remediarla.
Ser original de forma inteligente, aunque no sea lo esperado o lo correcto es lo de menos.
Si lo políticamente correcto es cargarnos a todos de Impuestos y más Impuestos como la única solución posible a todos nuestros problemas económicos creo con sinceridad que es el momento de dejar de serlo.
Seamos incorrectos, digamos bien alto que los ricos no deben pagar Impuestos si eso va a suponer que el resto salgamos beneficiados y que la prosperidad llegue a todos.
Vayamos contra la corriente y contra esa desaceleración sincronizada, seamos los nadadores que rompan el estereotipo de que subiéndoles los Impuestos a los ricos todo mejorará, porque no es así.

🤑Dicen que la crisis trae desaceleración sincronizada, pero, lo que en realidad quieren decir es que el dinero va a dejar de moverse.
Se va a estancar y se va a volver improductivo. Se cerrarán empresas y se dejará de crear empleo. Compraremos menos y nos comprarán menos.
Muchos dicen que es inevitable, que los ciclos económicos son los que son y que en realidad no hay escapatoria. Yo creo que sí la hay. No soy imprudente ni afirmo que saldremos de todo esto de rositas, pero sí que si se toman las medidas necesarias el impacto será mucho menor y los españoles sufriremos muchísimo menos.
Ahora la pelota está en el tejado de los que gobiernan, que deben hacerlo con inteligencia, mano derecha y cierto valor para tomar las medidas necesarias que hagan que nuestra economía acelere y salga adelante.
¿Te animas a nadar contra corriente?
Álvaro Sáez
Abogado Fiscalista